José Luis Ruiz del Puerto
Entrevista publicada en la revista Acordes, mayo 2009
Recientemente le ha sido concedida por su majestad el Rey, a instancias del Ministerio Español de Asuntos Exteriores, la Encomienda de Número de la Orden de Isabel La Católica, al compositor Lorenzo Palomo, por llevar con su música el nombre de España por todo el mundo.
Lorenzo Palomo es uno de los grandes nombres de la música española actual y uno de los compositores españoles contemporáneos que más éxitos internacionales ha cosechado en los últimos años. Dentro de su trabajo artístico destaca también la brillante labor que ha desarrollado en el mundo de la dirección orquestal, habiendo dirigido con gran éxito producciones musicales, tanto orquestales como operísticas, con importantes orquestas americanas, españolas y europeas.
Su debut como director de orquesta se produjo en Nueva York en 1969, dirigiendo la ópera Madame Butterfly y la producción de zarzuela Fiesta en Madrid, primera que se realizaba de este género en esta ciudad. Allí es donde precisamente estudió dirección de orquesta con Boris Goldovsky, becado por la Fundación Juan March.
Desde 1981 reside en Berlín como miembro estable de la Deutsche Oper Berlin, habiendo sido director de orquesta del ballet y estrecho colaborador de tres directores musicales consecutivos de esta Ópera: Jesús López Cobos, Rafael Frühbeck de Burgos y Giuseppe Sinopoli.
Comenzó muy joven sus estudios musicales, dadas las extraordinarias dotes para la música que se le adivinaron rápidamente: a los 12 años compone sus primeras obras para piano, canciones y obras corales. Es una época de crecimiento y formación en la que se impregna de la naturaleza y la pasión de la vida andaluza, así como de su música, tan fuertemente enraizada en elementos y melismas hebraicos y arábigos.
Sus años como director de orquesta le sirvieron para madurar y afianzar interiormente su lenguaje como compositor y forjar una fuerte personalidad, basada en un profundo conocimiento de los recursos musicales de la orquesta. Tras el gran éxito colosal obtenido con el estreno en Manila de su ballet La leyenda del Monte Bangkay (1980), que él mismo dirigió, decidió disminuir su dedicación a la dirección orquestal e intensificar su trabajo como compositor.
Obras como sus ciclos de canciones: Del atardecer al alba, Una primavera andaluza… o Cantos del alma, Suite-Fantasía para soprano, clarinete y orquesta, con textos de Juan Ramón Jiménez, y, sobre todo, «Nocturnos de Andalucía», para guitarra y orquesta, son conocidas en todo el mundo y se han estrenado por grandes intérpretes con gran éxito. Aún nos llega el eco del resonante éxito que obtuvo el pasado mes de mayo el estreno de su Dulcinea (cantata escénica) en la Deustche Oper de Berlín.
El estreno de su concierto para guitarra y orquesta Nocturnos de Andalucía, le proporcionó a Lorenzo Palomo el mayor éxito que había cosechado hasta entonces como compositor. Fue estrenado en Berlín por Pepe Romero y la Orquesta Sinfónica de la Radio de Berlín bajo la dirección de Rafael Frühbeck de Burgos. Desde entonces esta obra se ha interpretado en más de cincuenta ocasiones en Europa, Cuba, Brasil, Norteamérica, Japón…
Quizás la pasión por la guitarra le venga de esos años vividos desde bien pequeño en Córdoba, ciudad en la que estoy seguro que descubrió y disfrutó en primera persona de todos los «sabores» y «olores» de la cultura andaluza que, con tanto amor y cuidado, se reflejan actualmente en su música.
Las experiencias musicales que pudo adquirir de esa guitarra andaluza vivida y escuchada en su tierra, evolucionan personalmente en él y se fusionan con todo lo que supuso, además, la gran amistad que desde décadas ha tenido con la familia de célebres guitarristas: «Los Romero». Quizás en esa fusión esté buena parte del secreto de su excelente escritura guitarrística, ya que Lorenzo Palomo, a pesar de ser un compositor no guitarrista, conoce a la perfección el instrumento y eso se aprecia de forma clarísima en sus obras. Sabe explotar sus recursos técnicos y sonoros con gran elegancia y brillantez y unirlos a la tímbrica amplia y poderosa de la orquesta o cualquier otra combinación instrumental o vocal.
La guitarra destaca en su catálogo no por cantidad sino por calidad. Las obras que hasta el momento ha dedicado a este instrumento son de excelente factura, principalmente orquestales y todas ellas han supuesto un enorme éxito al ser presentadas por primera vez al público.
Ruiz del Puerto: Pasaste tus primeros veinte años en Córdoba. Allí comenzaste tus estudios musicales y posteriormente te trasladas a Barcelona para estudiar con Joaquín Zamacois, uno de tus más preciados maestros.
Lorenzo Palomo: Estudié primero en el Conservatorio de Córdoba. LLegaron los años en que se publicaron los cuadernos de armonía de Joaquín Zamacois y mi profesor de composición: Joaquín Reyes Cabrera me dijo: tienes que estudiar estos ejercicios de armonía de Zamacois.
Tanto me gustó este libro que enseguida quise saber quién era Zamacois. Vi que era el director del Conservatorio Superior de Música de Barcelona y le escribí una carta explicándole que quería irme a estudiar con él. Qué emoción cuando recibí su contestación en la que me decía: Gracias por sus laudatorias frases. Me encantaría que usted viniese a estudiar conmigo a Barcelona.
Me fui a Barcelona con 20 años y ya me dediqué en cuerpo y alma a la música, a la composición. Me fui como el que se va a un templo de la música, ya que, en esa época, el conservatorio de Barcelona era uno de los mejores de Europa.
Zamacois me aconsejó seguir mis estudios de piano con Sofía Puche y fue un gran acierto para mí, ya que fue una profesora fantástica que me ayudó mucho a comprender la música de los grandes compositores. Ella fue el complemento perfecto que yo necesitaba para estudiar música como quería.
Ruiz del Puerto: Después de culminar tus estudios en Barcelona ¿hacia dónde se dirige tu camino?
Lorenzo Palomo: Después de finalizar mis estudios en Barcelona quise formarme en la dirección de orquesta y me fui a Nueva York porque había un centro en el Carnegie Hall que me recomendaron y me fui a estudiar con Boris Goldovsky. Enseguida empecé a dirigir orquestas y óperas, hasta que al cabo de unos años de estar allí me ofrecieron la Orquesta de Valencia y me vine a esta ciudad a dirigir.
En estos años tengo que aclarar que la composición iba madurando en mí hasta encontrar el camino que deseaba para escribir la música que yo sentía, dentro del vanguardismo musical, pero manteniéndome con mi personalidad. Lo que no podía hacer era traicionar mi personalidad por un vanguardismo que yo no sentía, por ello tardé unos años hasta encontrar mi propio lenguaje. Dejé por lo tanto de cultivar la composición en esta época y me dediqué más profundamente a la dirección de orquesta.
Dirigí mucho en América y Filipinas. Precisamente en Filipinas me hicieron el encargo de componer una obra para la Orquesta Sinfónica de Manila. En principio tuve mis reparos pero acepté la propuesta.
En Manila hay muchas creencias y supersticiones, es un pueblo con mucha fantasía. Me compré un libro de leyendas de Filipinas y me enamoré de una de ellas: la leyenda del Monte Bangkay. Se trata de dos enamorados que se casan en contra de la voluntad de sus padres y se van a una montaña y allí terminan sus vidas. Es como una historia de Romeo y Julieta. En el día de todos los santos las gentes del pueblo podían ver sus almas bailar.
Esta leyenda me cautivó y por ello titulé la obra: La leyenda del Monte Bangkay, que compuse y estrené en Manila. Fue un gran éxito. En esa época estaba viviendo en California, en San Diego. En un viaje vino Montserrat Caballé a dar un concierto a Los Angeles. Precisamente fue Montserrat quien me había conectado con Filipinas. Le conté el éxito del estreno de esta obra y me propuso que le compusiera unas canciones. Al poco tiempo le compuse en California unas canciones y se las mandé. Pasó un poco de tiempo, no recibí contestación y pensé que no le habían gustado. Cambié de residencia y me fui a vivir a Berlín, ya que Jesús López Cobos acababa de ser nombrado director musical de la Ópera de Berlín y me propuso colaborar con él.
Al cabo de una par de años de estar en esta ciudad vino Montserrat a cantar una Tosca. Cuando hablé con ella me dijo: Lorenzo, tus canciones son maravillosas, son fantásticas. Mi pianista Miguel Zanetti, está también encantado con ellas. Te las voy a estrenar en el Carnegie Hall en enero (hablamos del año 1987). Yo no daba crédito a lo que estaba escuchando, parecía que estaba soñando. Para mí fue una cosa muy importante ya que las compuse con mucha ilusión para ella pero me preocupaba la crítica, ya que eran canciones «con melodía». Me tomé este estreno como una especie de test en el que decidiría qué iba a hacer con la composición a partir de ese momento. Su estreno fue un gran éxito de público y la crítica fue magnífica. Para mí fue muy emocionante. A partir de ahí lo tuve muy claro: tengo que componer. Busqué un editor: la International Music Company, especialistas en lieder de grandes autores. Fui a visitarlos después del estreno, sabían del éxito obtenido y me tomaron como compositor. Editaron estas canciones y compuse otro ciclo para ellos: Una primavera andaluza, con textos de Juan Ramón Jiménez. En estos años me sentía cómodo escribiendo, había encontrado mi propio lenguaje.
Ruiz del Puerto: ¿Cómo conociste a los Romero?
Lorenzo Palomo: Siempre digo que, en la vida, las cosas importantes vienen por casualidad, por caminos inesperados. Después de acabar mi contrato con la Orquesta de Valencia, fui a San Diego. Allí me ofrecieron un contrato como profesor de armonía y composición. Siempre me pregunté que por qué había ido a parar a esta ciudad. La respuesta la tuve muy clara: el destino quería que conociese a la familia Romero.
Conocer a la familia Romero fue para mí fascinante. Cada concierto que daban era un éxito total y habían logrado crear un mundo muy especial. Dentro de ese mundo me hice muy amigo de ellos. Las familias de unos y otros estábamos siempre juntos. No hay más que decir que soy el padrino de una de las hijas de Pepe Romero y Celedonio y Angelita, son los padrinos de uno de mis hijos.
Ruiz del Puerto: ¿Hasta qué punto crees que tu relación con la familia Romero ha influido en el conocimiento que tienes de la guitarra?
Lorenzo Palomo: Totalmente. En ese mundo que viví con los Romero, en los que prácticamente éramos una sola familia, empecé a conocer y amar la guitarra porque estaba escuchándola todo el día. Pasábamos mucho tiempo juntos e iba a todos sus conciertos. La guitarra empezó a crecer dentro de mí convirtiéndose en un instrumento básico en mi vida que me fascinaba.
Adoro la guitarra y siempre digo que es el instrumento más bello que existe, el único en el que una sola nota es bella.
Ruiz del Puerto: ¿Qué piezas empezaste a componer para guitarra?
Lorenzo Palomo: Gracias a mi relación con Los Romero, comencé haciéndoles algunos arreglos para cuatro guitarras, de diversas partes de zarzuelas como el Preludio de La Revoltosa, de la Verbena de la Paloma, de Maruxa. Esto es lo primero que hice con guitarra.
Ruiz del Puerto: ¿Y el concierto para guitarra y orquesta?
Lorenzo Palomo: En mi mente estaba el componerles algún concierto para guitarra. Una vez que me vine a Berlín, me decidí a hacerlo. Tenía la ventaja de conocer muy bien las posibilidades de la guitarra, porque para un compositor es muy difícil componer para este instrumento si no lo conoce bien. Entrar dentro de ese mundo tan especial es muy complicado. Era natural que el tema que me inspiraba era Andalucía, porque soy andaluz, los Romero también lo son y no veía otro camino más que el lenguaje andaluz y el lenguaje de todo lo que es la música nuestra del sur. Me inspiré en las noches de Andalucía. Todas las noches en el mundo son maravillosas pero yo creo que en Andalucía mucho más, con la música que tiene: la raíz y el embrujo del flamenco. Creé un lenguaje personal, basado en la música flamenca y la música andaluza, y titulé a la obra: Nocturnos de Andalucía. Reflejan seis momentos, seis aspectos de lo que es la noche en esta tierra. Los Nocturnos de Andalucía terminé de componerlos el año 1995. Estando en la ópera de Berlín terminé la partitura con una ilusión extraordinaria y le dije a Pepe Romero que se la dedicaba a él. En aquella época Frübeck de Burgos era director en Berlín, le enseñé la obra y el maestro reaccionó instantáneamente. Le fascinó la partitura y me dijo: esta obra es fantástica y quiero dirigirla. Al cabo de dos o tres días me llamó por teléfono confirmándome una fecha para el estreno que sería el mes de enero del año 1996, en el Concerthaus de Berlín, con la Orquesta de la Radio de Berlín.
El éxito del estreno fue arrollador, el teatro estaba completamente lleno. Fue una noche memorable porque yo había estrenado algo que era casi nuevo en la historia de la guitarra: una obra para guitarra y gran orquesta sinfónica, con una instrumentación en la que entraban trombones, tuba y gran percusión. Como adoro la guitarra creo que se debe escuchar con la orquesta tanto en piano, como en fuerte o en pianísimo. Cuidé mucho que en mi orquestación jamás la orquesta tapase la guitarra y es así como ocurre en toda la obra.
Ruiz del Puerto: ¿Por qué has utilizado una gran orquesta en este concierto?
Lorenzo Palomo: Decidí que la orquesta fuera una orquesta grande, porque uno de los grandes problemas que siempre he visto en la guitarra es que todavía no está dentro del mundo sinfónico y tiene que entrar, porque la guitarra se lo merece. Es fácil de explicar puesto que los grandes compositores no la conocían bien y por ello se quedó sin sus grandes nombres. Seguro que Schubert hubiera escrito para guitarra y otros muchos más. Es una pena que tenemos los que amamos la guitarra. Debido a esa falta, la guitarra no se ha desarrollado como debiera y ha tenido que vivir un poco de las transcripciones. Por eso mi aportación a la guitarra es esa: acercarla al mundo sinfónico.
Los Nocturnos de Andalucía pueden enseñar un camino ideal para que la guitarra entre dentro de lo que es el mundo sinfónico y dentro del mundo del concierto para guitarra y orquesta. Creo que puede ser un camino a seguir por otros compositores.
Ruiz del Puerto: ¿Hasta qué punto han influido las posibilidades técnicas y expresivas de Pepe Romero en la concepción de tu concierto para guitarra y orquesta?
Lorenzo Palomo: La obra la escribí para Pepe contando con que tiene una técnica fabulosa, por lo tanto me sentí muy libre componiendo, no tuve ninguna timidez en cuanto a saber si sería o no posible tal o cual pasaje. Tuve mucho cuidado que la obra fuera muy guitarrística. Aparte de esto, está escrita para él en cuanto a su forma de ser, la obra tiene mucho lirismo, virtuosismo y tiene espectacularidad, técnica, es decir, todo lo que Pepe tiene. Es un poco un estudio psicológico del gran guitarrista que es Pepe Romero.
Ruiz del Puerto: En su día el Concierto de Aranjuez supuso un «techo» técnica y musicalmente para la guitarra, ¿crees que los Nocturnos de Andalucía marcan una nueva etapa técnico-musical para la guitarra?
Lorenzo Palomo: Creo que con los Nocturnos he abierto un camino distinto. El guitarrista tiene ante él una orquesta grande y tiene que dar todo lo que sus capacidades técnicas y expresivas le permitan, comportándose igual que cualquier otro gran intérprete, bien sea pianista, violinista, director de orquesta o cantante de ópera. Esa creo que es mi gran aportación a la guitarra: procurar que el guitarrista pueda estar en la misma lista de los grandes instrumentistas y dentro del mundo sinfónico.
Ruiz del Puerto: Tienes otro concierto para cuatro guitarras, el Concierto de Cienfuegos, cuéntanos un poco sobre él.
Lorenzo Palomo: Esto es muy interesante y especial. Estábamos en Cuba con Pepe Romero, que tocaba los Nocturnos dentro del Festival Internacional de Guitarra de La Havana. Acababa de fallecer Celedonio Romero y Pepe me dijo: ¿sabías que mi padre nació en Cuba, en Cienfuegos? Yo no sabía nada, pensaba que era de Málaga como el resto de la familia. Teddy Bautista, Presidente de la SGAE, estaba presente y me dijo: creo que no tienes más remedio que componer una obra en memoria de Celedonio Romero.
Acepté su propuesta. La SGAE me hizo el encargo y compuse el Concierto de Cienfiuegos, para cuatro guitarras y orquesta, dedicado al Cuarteto Los Romero y en memoria de Celedonio. Una obra que aúna Cuba y Andalucía. El primer movimiento es como una bulería, el segundo una habanera y el tercer movimiento contempla numerosos instrumentos de percusión tan típicos en Cuba.
Ruiz del Puerto: ¿Cómo crees que está actualmente el panorama creativo internacional? ¿Dónde estamos? ¿Hacia dónde vamos?
Lorenzo Palomo: El momento de la creación hoy día creo que es muy libre, no existen tantos corsés como hace unas décadas en las que sólo se permitía ser vanguardista. Hoy día cada compositor se siente libre de componer lo que quiere. Una de las cosas más importantes para un compositor es que sea honesto consigo mismo.
Ruiz del Puerto: ¿Cómo definirías tu música?
Lorenzo Palomo: Recuerdo que de niño escuché El Amor Brujo de Manuel de Falla y quedé fascinado. Falla nos ha influido a muchos compositores y seguro que está dentro de mi subconsciente de alguna manera, sobre todo cuando escribo música andaluza. Definir mi estilo es muy difícil porque cuando compongo utilizo todos los recursos que tengo a mi alcance: tonalidad, atonalidad, melodía, ritmo… todo lo que la fantasía me dicta, no tengo ningún complejo.
Sólo sé al final de una obra cómo es esa misma obra, al principio sólo tengo una idea, un propósito. Mi fantasía es la que me va dictando. Me atrae cualquier campo de la música y lo acepto todo.
Ruiz del Puerto: ¿Cómo surgió la composición de tu primera obra para guitarra sola: «Toccata»?
Lorenzo Palomo: La respuesta tú la conoces mejor que yo: Te hacía ilusión que compusiera una obra para celebrar el Centenario del Nacimiento de Andrés Segovia y ahí la tienes.
Ruiz del Puerto: ¿Qué te gustaría resaltar de esta obra?
Lorenzo Palomo: El repertorio guitarrístico es un poco especial, comparado con el de otros instrumentos. Sor, Giuliani, Tárrega, entre otros, escribieron obras muy importantes para la guitarra, idiomáticas, y qué pena en la historia de la música, que compositores como Schubert o Schumann, que hubieran sido ideales, no conocieran suficientemente el instrumento para dejar escritas algunas composiciones. Naturalmente, las transcripciones de obras de Albéniz, no todas, van muy bien para la guitarra. Hay que resaltar, por supuesto, las composiciones de Rodrigo, el gran patriarca español de la guitarra. Los compositores sudamericanos, entre ellos Villa-Lobos de manera prominente, han enriquecido muy notablemente también el repertorio del instrumento. Si me pides resaltar las características de mi «Toccata», debo decir que he intentado componer una obra de envergadura, de una duración algo más de lo normal, de estilo virtuosístico, que es, creo, el tipo de obras que más necesita la guitarra.
Ruiz del Puerto: ¿Cómo ha sido el trabajo de enfrentarse a la guitarra sola? ¿Te ha representado más problemas que en tus otras obras con guitarra o, al contrario, más satisfacciones?
Lorenzo Palomo: Me he divertido muchísimo componiendo para guitarra sola. En el futuro quiero escribir más obras así.
Componer para guitarra sola supone reducir todo a la quinta esencia. La guitarra debe cautivar. Es el instrumento de la difícil facilidad. El gran aparato no va con la guitarra. Todo debe ser sencillo, simple, natural. Esa es la gran dificultad de componer para la guitarra.
Ruiz del Puerto: ¿Cuáles son las características que más te atraen de la guitarra?
Lorenzo Palomo: El encanto de la guitarra no tiene límites.
José Luis Ruiz del Puerto
Entrevista publicada en la revista Acordes, mayo 2009
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